El pasado martes 30 de agosto se llevó a cabo en dependencias del CRA (Centro de Recursos del Aprendizaje) de nuestro liceo una Jornada de Reflexión sobre la temática: "El amor en las relaciones personales". La jornada estuvo a cargo del pastor Ricardo Beltrán. He aquí los aspectos centrales de dicha reflexión:
"La fe nos lleva a descubrir en cada estudiante a Dios mismo, que ama a todos con amor infinito, y por eso nos comprometemos a aceptar a todos como realmente somos y no como desearíamos que fueramos. "Que ningun alumno(a) moleste a otro(a) por ningún motivo, todos somos hijos e hijas de Dios y nos debemos respeto.""Si examinamos bien a fondo nuestra presente relación humana, sea ésta íntima o superficial, duradera o transitoria, vemos que ella está fragmentada. La esposa o el marido, el joven o la muchacha, cada uno vive encerrado en su propia ambición, en sus empeños personales y egoístas, en su propio caparazón. Todo ello es un factor que contribuye a edificar una imagen dentro de cada uno y, en consecuencia, la relación con el otro se establece a través de esa imagen. Por lo tanto, no hay verdadera relación."
"Yo no sé si ustedes son concientes de la estructura y naturaleza de esta imagen que uno ha construido dentro y en torno de sí mismo. Todos estamos haciéndolo constantemente, ¿y cómo puede haber relación entre uno y otro si existe esa urgencia personal, esa envidia, competencia, codicia, todas aquellas cosas que son sustentadas y exageradas en la sociedad moderna? ¿Cómo puede haber relación con otro si cada cual está persiguiendo su propio logro personal, su propio éxito?"
"No sé si nos damos cuenta plenamente de esto. Estamos tan condicionados que aceptamos como la norma, como nuestro patrón de vida, que cada cual debe obedecer a su particular idiosincrasia o tendencia y, no obstante, tratar de establecer una relación con otro.
"Quizá se pregunten: ¿cómo ha de vivir uno si no va a la escuela o al trabajo, si no persigue su ambición personal, su deseo de alcanzar, de obtener? Si uno no hace nada de esto, ¿qué es lo que debe hacer? Yo pienso que ésta es una pregunta absolutamente errónea, ¿no es así? Porque nosotros estamos interesados en producir un cambio radical en toda la estructura de la mente. La crisis no está en el mundo externo sino en la conciencia misma. Y hasta que comprendamos esta crisis, no de modo superficial, no de acuerdo con algún filósofo, sino realmente y en profundidad, observándola, examinándola por nosotros mismos, no seremos capaces de producir un verdadero cambio. Estamos intere-sados en la revolución psicológica, y esta revolución sólo puede tener lugar cuando existe la correcta clase de relación entre los seres humanos."
"Quizá se pregunten: ¿cómo ha de vivir uno si no va a la escuela o al trabajo, si no persigue su ambición personal, su deseo de alcanzar, de obtener? Si uno no hace nada de esto, ¿qué es lo que debe hacer? Yo pienso que ésta es una pregunta absolutamente errónea, ¿no es así? Porque nosotros estamos interesados en producir un cambio radical en toda la estructura de la mente. La crisis no está en el mundo externo sino en la conciencia misma. Y hasta que comprendamos esta crisis, no de modo superficial, no de acuerdo con algún filósofo, sino realmente y en profundidad, observándola, examinándola por nosotros mismos, no seremos capaces de producir un verdadero cambio. Estamos intere-sados en la revolución psicológica, y esta revolución sólo puede tener lugar cuando existe la correcta clase de relación entre los seres humanos."
"Pero lo que me parece realmente imposible para los cristianos es vivir la espiritualidad —es decir, cultivar el espíritu—y dar un sentido más profundo a la convivencia, sin tener en cuenta el «amaos los unos a los otros», sin cuidar del trato que tenemos con cuantos nos rodean, con el otro. Un trato que tiene o tendría que basarse en el amor; que puede tomar la forma, no sólo de acto positivo (prestar una ayuda), sino también de respeto (intentar comprender las acciones de los demás sin juzgar) o de dejar obrar en libertad cuando nos parece, por ejemplo, que aquello no debería hacerse y, sin embargo, no nos entrometemos para gobernar, ni siquiera con la mejor intención, las vidas ajenas. Relaciones que requieren también tiempo. Una de las cosas que más difícil nos resulta dar es nuestro tiempo: cuando teníamos pensado hacer tal cosa, y un amigo nos llama, nos dejan el nieto en casa o cae enferma la suegra. . . El amor que requieren las relaciones humanas, cuando éstas tienen un fundamento espiritual, lo abarca todo, deja pocos resquicios por donde escaparse. El amor al prójimo es exigente. «Estos mandamientos se resumen en dos: amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo» es la suprema norma. Y con esta norma por delante, con este mandato como guía, las relaciones humanas adquieren para un creyente todo su sentido. Son, o deberían ser, algo muy distinto de unas relaciones humanas meramente sociales".
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