"La medida de lo posible era la medida exacta del tiempo que nos tocó vivir"
En estos últimos días, han abundado -y con muy justa razón- las palabras de elogio dedicadas a Patricio Aylwin. No podría ser de otro modo, si el que ha partido es uno de los hombres más ilustres de la historia política chilena contemporánea.
Le conocí a fines de los 80, en su rol como articulador de la oposición democrática a la dictadura militar, como líder de la Concertación y como candidato presidencial.
Rabindranath Quinteros Lara, senador por Los Lagos
Luego, fui depositario de su confianza para contribuir, como intendente regional, a la tarea de devolver la dignidad a Chile y traer paz social al país después de una dictadura tan extensa como artera. Esa experiencia marcó de manera definitiva mi opción por dejar el ejercicio privado de mi profesión y dedicar mis energías al servicio público.
Con los años nuestra relación se convirtió en una amistad que atesoro con especial gratitud, afecto y orgullo.
Hoy, cuando su partida nos colma de pesar, no puedo dejar de recordar su aprecio por la transversalidad como un valor para hacer política lejos de la pequeñez y la soberbia, su coraje para enfrentar momentos especialmente duros; y su permanente sencillez, esa que sólo pueden cultivar aquellos que están destinados a enfrentar grandes gestas.
Veinticinco años después -a buen recaudo de riesgos y tensiones- es sencillo, demasiado sencillo, elevar voces críticas respecto del proceso de transición que don Patricio Aylwin tuvo la responsabilidad de conducir.
Puedo dar fe de que, durante esos años, ninguna decisión fue fácil y ninguna acción fue fruto de la improvisación. La medida de lo posible era la medida exacta del tiempo que nos tocó vivir. Fue la expresión de un principio político que tenía por propósito erradicar el odio y el resentimiento, pacificar los espíritus, reconciliar, restaurar las confianzas y llevar adelante la reconstrucción social de un país abatido por las carencias sociales.
La figura de Patricio Aylwin representa la épica de una sociedad que decidió tomar el camino pacífico, del entendimiento y el acuerdo, para restaurar la república y construir una nueva democracia. Su nombre, estoy seguro, quedará inscrito en la historia de Chile, que lo distinguirá como el gran constructor de la nueva democracia que alumbró al país tras 17 años de una penosa y oscura dictadura.
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